Mil memorias

Alguna vez la persona más sabia que conozco, mi mamá por supuesto, me dijo que si le preguntas a un niño chiquito “¿Qué fuiste cuando eras grande?” él te contestará lo que fue en su otra vida. Hoy por hoy no he logrado decidir si creo o no en eso de la reencarnación y de las vidas pasadas pero definitivamente hay cosas que te hacen sentir que esta no es la primera vez que pisas este mundo.

Y es que el Universo te sorprende cuando un día como cualquier otro una persona entra en tu vida con un comentario tan ordinario y simple como el millón cosas que oyes de la gente todos los días. Pero esta vez notas algo diferente. Esas palabras te suenan familiares, es como si ya lo conocieras y él a ti. Te da confianza, te hacer sentir segura y sin saber por qué, todo lo que dice te arranca una sonrisa y así de fácil hace de tu día uno más feliz.

No pasa mucho tiempo cuando te das cuenta que lo quieres como a casi nadie más y parece que llevaran así por siempre. Te das cuenta que el tiempo es absurdo pues puedes pasar una vida conociendo a alguien y no sentirlo parte de ti o puedes pasar cinco minutos hablando con alguien que te hace preguntarte “¿cómo es que hemos estado separados todo este tiempo?”. Fue tan fácil que no parece real y da miedo pensar que un cariño tan grande pueda nacer de manera tan natural. Es como retomar una historia que no se acabó de escribir.

Pero es difícil hacer que las cosas buenas perduren y hay ocasiones en las que estas personas se van, desaparecen de tu vida tan rápido como llegaron. Es difícil pretender que nunca estuvieron cuando un pedacito de ellos es ya un pedacito de ti y aunque hace 5 meses estabas perfectamente bien sin él, ahora el mundo parece diferente en su ausencia. Y cuando esto pasa sólo nos queda desear encontrarlo en otra vida porque como dice una canción “después de olvidar todo vuelve a comenzar sólo hay que entender que nada es por siempre, todo vuelve a comenzar”.